jueves, 29 de abril de 2010

Del Tiempo...

Uno de los regalos más valiosos que nos ha dado Dios es precisamente el tiempo. Y lo mejor es que lo tenemos siempre y podemos gastarlo como mejor nos parezca. Pero sucede que en nuestro libre albedrío lo dejamos pasar de largo y no lo aprovechamos como deberíamos.

La cuestión acá es que nuestro tiempo debe ser de y para Dios. Esto no quiere decir que de un momento a otro dejemos nuestras obligaciones con el mundo de lado y nos la pasemos todo el tiempo en la iglesia (con eso no pagamos las cuentas). Es más bien que nos demos un respiro en medio de nuestra cotidianidad y le dediquemos un tiempo a Dios, ¿cómo? Sirviendo a los demás y sirviendo al Señor, hablándole a la gente del amor de Dios, pasando menos tiempo en los bares y más en la casa de Dios, haciendo obras de caridad de vez en cuando, en fin, las opciones son ilimitadas.

No deje que su faraón le robe el tiempo que usted debe tener de intimidad con el Señor, suelte sus cadenas y obligaciones de vez en cuando y regálele tiempo a lo que debe ser su prioridad en la vida, su relación con Dios. Si Jesús que era tan humano como cualquiera pudo (pues detuvo su obra más importante, la cruz = nuestra salvación, por sanar a un ciego) ¿por qué usted no puede? 

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